The Entrance.

8 Dic

When I lose connection.

Entre cómo comunicarnos y no volvernos adictos a querer comicarnos se nos va la vida entera.  El mundo no permitirá desapegarnos al crimen de conexiones del que es vertedero y arrastrándo los piés nos llevamos todo nuestro equipaje anticuado y desarticulado hasta el final del mismo.  Somos zombies.

Si no puedo articular una sola frase coherente y con mínimo apego al sentido común y orden general de las cosas, entonces cómo reafirmo que me ubico cómodamente en el mundo de líneas cruzadas y conversaciones malversadas hasta el punto del sofocamiento? No. Me encuentro radicalmente opuesta al centro del conflicto, aunque permanentemente demuestre lo contrario. I don’t fancy any wildfire.

La verdad, no me siento sofocada. Pero, se debe a que no me muevo. Ese mundo empedernido y «sofocante» pasa justo afuera de las ventanas de mi cerebro. Aquí dentro todo es silencioso hasta el hastío, metódico y muy intenso. Hice el ejercicio de imaginar cómo luce la entrada de mi cerebro: una inmensa (o diminuta) puerta en la parte de atrás de mi cabeza que conecta con el resto del lugar mostrando ordenadamente cada uno de sus espacios, que no son muchos. La misma puerta sirve de salida de emergencias en caso de incedios,  pero la mayor parte del tiempo permanece cerrada con llave, bajo la custodia de Dios sabe quién. Sería mucho más entretenido y ridículamente más práctico que me encontrase fuera de mí misma en momentos específicos. Pero, luego de unos años de hibernación voluntaria producto del terror a cualquier atentado contra la tranquilidad interna aparece la enorme desventaja de permanecer encerrada en mis entrañas por tanto tiempo: la pérdida total de perspectiva acerca de todo lo que ocurre fuera de sí. Parece muy lógico, y de hecho lo és. Llegar a esa conclusión sí que es sencillo, pero, una vez ahí, qué?

Dentro de la lista de cosas que no deben hacerse para evitar dar una mala impresión está el quedarse parado frente a la entrada de algún sitio, inmóvil. Tal cual. Si no se tiene una respuesta es mejor quedarse sentado en la sala de espera, leer una revista, resolver un crucigrama tal vez y pretender que todo está bien hasta que no haya otra alternativa que optar por correr a través de la puerta en la que hace unos momentos nos detuvimos pálidos y silenciosos. La puerta, que ahora se ha convertido en un inmenso artificio de metal con un enorme manubio rojo horizontal y alargado a cada uno de sus extremos. En la parte alta , un letrero de neón verde que grita la palabra SALIDA, y esconde la promesa de que nada estará bien, pero al menos nos saldremos de las casillas polvorientas de lo íntimo y seremos libres de buscar el alterego que nos disfrazará para enfrentar al mundo por unas horas  más.

 

 

 

Locked in.

 

 

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