La hora perdida.

1 Dic
En los dias que comienzan a las 4pm hay que hacer reverencia a lo incipiente.

Se me olvida donde vivo y estoy llena de excusas malolientes. Giro de cabeza y al pié de una ventana cuelgo mis pestañas antes de dormir. Esta brecha infinita que vuelve cada día se ha vuelto un vicio y una canción enterrada en mi cabeza. Un desayuno vespertino y lleno de confesiones monólogas no tienen sentido estre sí, hasta que logran colarse en algún mundo fugaz. Hay que bendecir los malos estados por cuanto nos hacen dudar. Hay que vivir en vano una vez al mes, aunque quiera arrancarme las gringolas que hacen presión contra los minutos. Los diálogos comenzarán y no tendré tiempo de usar un buen perfume ni difamarte antes de colocarme frente a la costumbre. Pero vinen al fin, y se autodestruyen en gran medida pero no por cuenta propia. Todos, como encaminados a perderse ante un duelo.

Otro asunto fugaz es la perfecta mezcla que se ha formado con nuestra propia visión de las cosas. Ni tan fugaz porque nos separa y hunde los últimos escalones en ese espuma tardía, pero tan ligeros de volver. Tan dispuestos.

No existen los vacíos internos por más ni menos que nunca he estado fuera de mí. Las entrañas viajan a mil por hora a lugares distintos y nunca sufren una pérdida. Pero sigo aquí, al pié de la ventana, del lugar que no conozco, ni quiero descubrir.

 

Nov2009.

 

Deja un comentario