Eres simple.

10 Nov

 

Se está haciendo bastante difícil permanecer dentro del espacio que me ha servido de asilo durante once meses. Quizá tiene que ver con la inconformidad con la que asumo- testaruda-mente- los sucesos. Al final de semana todo parece fanfarronería pura y se ahogan los tragos amargos en tragos más dulces de ron o vino. Y siempre la tercera persona en retro-MAYÚSCULA.
El volumen de pre-ocupaciones/ocupaciones/postocupaciones se atropellan y arrugan caóticamente en la frontera más cercana a la bendita amígdala apretujada entre mis lóbulos cerebrales. La dinámica de buscar el espacio lógico distinguido entre tanto drama se vuelve añicos cuando el arma te apunta de frente. Y a las añadiduras aplaudimos por ser tan perspicaces y nunca abandonarnos en los momentos más ROTUNDOS. Parafernalia es lo que sobra, viejo.
Sentirse solo, sentirse agobiado, no sentirse. Calmar las ansiedades, o por lo menos entenderlas como ansiedades y diferenciarlas dentro del catálogo de sentimientos humanos. Caer en la misteriosa costumbre de temerle a la rutina. Olvidar demasiado pronto. Enumerar las razones por las cuales tu vida es la ejemplificación total de la mala suerte. No mirar a los lados. Vivir en el extremo de evitar los extremos. Adornar con recuerdos. Doparse de fantasías. Creernos el centro de la ciudad. No besar lo suficiente. Pedir demasiadas explicaciones. Dar demasiadas explicaciones. Subestimar la sencillez. Perder el hilo. Morir.
Por último, enfrentarte a la pesada realidad de haber salido de casa sin un buen sweter.

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